El pueblo de Bausén, en el Valle de Arán, esconde un secreto que tal vez no conozcas. Allí se encuentra el que está considerado como el cementerio más pequeño del mundo, con una única lápida en la que está grabado el nombre de Teresa. Un fenómeno muy curioso que te queremos explicar en detalle a continuación.
El amor a la vuelta de la esquina
Como casi todas las grandes historias que te hayan podido contar, esta tiene el amor como telón de fondo. Teresa estaba perdidamente enamorada de su primo, Francisco. Quisieron formalizar la relación y casarse, algo que, en la época en la que vivían, que era principios del siglo XX, valía un total de 25 pesas. Por desgracia, ni su familia ni ellos pudieron hacer frente a un pago así. En lugar de deshacer la relación, decidieron vivir “en pecado”, como se le denominaba en aquella época. Como ves, era un tiempo diferente al nuestro.
La zona de Bausén es pequeña, preciosa y poco poblada. Por lo tanto, todos los vecinos y habitantes en el Valle se enteraron de la relación, y no tuvieron problema en juzgarla duramente. Teresa y Francisco, sin embargo, habían encontrado en el otro a su media naranja, y no parecían dispuestos a soltarla. Así pues, llegaron incluso a tener dos hijos. Pero el formar una familia no fue suficiente para garantizar su felicidad.
Llegó el helado invierno
A sus 33 años, Teresa sufrió una neumonía de la que no se recuperaría nunca, y terminaría por fallecer. Francisco, henchido de dolor y llanto, quiso enterrarla en el cementerio, pero el cura se opuso. En este punto de la historia tienes que comprender una cosa. En aquella época, y en siglos anteriores, la Iglesia Católica se negaba a enterrar en camposanto a todas aquellas personas que hubiesen cometido alguna clase de pecado o de irregularidad.
Un ejemplo: en la Edad Media los profesionales circenses o del teatro no podían yacer en camposanto. De la misma manera, a principios del siglo XX, aquellas personas que viviesen “en pecado” con sus parejas, tampoco. Así pues, Francisco se vio superado, pero no podía dejar que su amor se muriese en un suelo que no fuese sagrado.
La idea que se le ocurrió fue cavar un camposanto único para Teresa. Es decir: crear un cementerio para ella. Aquí la historia tiene un final feliz, porque los vecinos del pueblo, en lugar de oponerse o de tacharlo de loco, decidieron ayudarlo.
Entre todos, levantaron un nuevo camposanto para enterrar en él a Teresa, y crearon así el cementerio más pequeño del mundo. Esos vecinos, si bien muchos no veían con buenos ojos la relación de los primos, habían quedado conmovidos por el dolor de él, y probablemente cayeron también rendidos a la dulzura de ella. Decidieron tomar parte en la desgracia ayudando a quien tanto lo merecía para que su amada tuviese un lugar en el que descansar. Y dieron lugar así al cementerio más pequeño que se conoce, con una única lápida.
Es importante señalar una cosa que añade mucho más romanticismo a la historia. Se trata de la ubicación de ese cementerio. Toda la zona de Valle de Arán es un enclave totalmente natural, en las montañas, helado. En él, la mano del hombre apenas ha surtido cambio alguno, se mantiene virgen y puro. Por eso, una historia así tiene mucho más encanto, ¿no te parece?
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